Xabier Alonso: “El resultado está siendo evidente: los espacios de cultura son espacios absolutamente seguros”

Hablamos con Xabier Alonso, productor, asesor y abogado especializado en eventos culturales. Actualmente es el abogado de Catalunya Film Festivals y acompaña, junto con la coordinadora, a los festivales y muestras de cine asociados en el proceso de adaptarse a la nueva realidad.

 

Para empezar: abogacía y cultura. ¿Cuál es el nexo entre estos dos campos? ¿Desde la abogacía cultural, cómo ha se ha vivido la crisis causada por el Covid-19?

Desde el mismo momento que se juntan dos o más personas aparecen unas normas que regulan la convivencia entre ellas. El Derecho está compuesto no sólo por las leyes que publica el BOE: también son las normas que nos rigen todos los días en nuestra convivencia, como por ejemplo, respetar el turno en una cola.

También la cultura nace en el mismo momento en que se juntan dos personas: pensemos en las costumbres, modo de expresarse, etc., de una familia cualquiera. Tienen sus propios modos, muy parecidos a cualquier otra familia de su barrio, pero siempre vamos a encontrar sutiles diferencias. Por ejemplo, “chistes” que sólo entienden los integrantes de esa familia, que podemos decir que tiene “su” propia cultura.


Ambos aspectos, el cultural y el normativo, no sólo surgen al mismo tiempo sino que se alimentan e influyen.


La cultura de un país va a influir en sus normas. Pensemos, por ejemplo, en las distintas costumbres comerciales que podemos encontrar en todos los países del mundo, que van a configurar de modo distinto el derecho mercantil de cada país. 

Y el derecho va a influir también en la cultura: tenemos un ejemplo muy evidente con esta situación de pandemia. Se han promulgado normas que están influyendo en las costumbres de las personas, en su “cultura de la salud”, como es el uso de mascarillas, que posiblemente ha llegado para quedarse. Creo que, al menos, en el futuro será una costumbre que muchas personas adoptarán cuando antes no lo hacían.

Respecto de la abogacía en general, esta situación de pandemia nos ha dado mucho trabajo, y muy complicado, porque es una situación para la que no existían algunas herramientas clave, y ha habido que inventarlas. Puedo poner como ejemplo toda la normativa promulgada respecto los ERTEs por fuerza mayor, que ha provocado muchos desajustes y mucha inseguridad jurídica, aspecto que nos dificulta especialmente el trabajo.

 

¿Crees que a nivel jurídico va a haber un antes y un después después de esta crisis? Por ejemplo, más conciencia sobre la importancia de contar con un Plan de Riesgos Laborales.

Se ha generado una inmensa producción normativa. Desde la declaración del Estado de Alarma se han promulgado muchas leyes y reglamentos, tanto por parte del Estado como de las Comunidades Autónomas, y muchas se han promulgado para reformar las anteriores, a medida que la pandemia ha ido evolucionando y exigiendo cambios.

Hay quien aboga por que se producirán cambios muy relevantes, tanto en las costumbres de la sociedad como en el Derecho. Yo no me atrevería a afirmar ni una cosa ni la contraria. Desde el punto de vista jurídico, ya existían muchas herramientas para enfrentarse a muchos de los aspectos que han venido apareciendo. Y, si no las hubiera, el sistema normativo siempre puede acudir a los principios generales para aportar las soluciones adecuadas.

Es posible que, si el regreso a la normalidad se produce con más o menos prontitud, los cambios no sean muy profundos. Pero sí sería deseable que esta pandemia vaya provocando una mayor conciencia sobre la necesidad de asegurar los elementos clave en las producciones culturales que permiten garantizar la integridad física, la salud y, por supuesto, la vida de las personas. Tanto de las que asisten como público como de las que trabajan en estas producciones.


Hasta ahora, y muy especialmente desde las administraciones públicas, se han venido soslayando las obligaciones ya existentes en materia de seguridad en espectáculos.


Las administraciones públicas son las primeras programadoras/financiadoras de la cultura en España y, tradicionalmente, han renunciado a controlar (cuando no deliberadamente incumplido) las obligaciones que derivan de la legislación sobre espectáculos y demás normativa aplicable: no se comprueba si los trabajadores están de alta, si los montajes son completamente seguros, si las instalaciones eléctricas están bien hechas… 

Espero que al menos esta situación haya alertado de la necesidad de cumplir la normativa ya existente, que parece suficiente y adecuada para, como decía, garantizar los bienes jurídicos más preciados: la vida, la salud y la integridad física de las personas.

 

Desde CFF hemos elaborado unos protocolos específicos para festivales de cine. Desde el punto de vista jurídico, ¿hay algo que los diferencie de otros eventos culturales?

Desde el punto de vista de los protocolos para prevenir contagios por Covid-19 no existen grandes diferencias con festivales o espectáculos de otras disciplinas. Al realizarse (habitualmente) en interior, debe prestarse especial atención a las situaciones que pueden incrementar el riesgo por contagio en espacios interiores, en particular las necesidades de ventilación, higiene de las localidades y cómo organizar el distanciamiento social en patios de butacas que suelen ser fijas.

 

El sector cultural en general ha puesto todo de su parte para aplicar protocolos de seguridad que protejan tanto a los públicos como a las personas trabajadoras. Tanto es así que en cultura no ha habido ningún rebrote. ¿Qué papel juega la corresponsabilidad? ¿Por qué crees que ha sido así?

Creo que esto ha sucedido por varias circunstancias que han concurrido a un tiempo. Primero, porque las manifestaciones culturales que consisten en la exhibición tienen un ritual que comporta silencio, orden y respeto a las demás personas que van a compartir contigo un mismo espacio para disfrutar, exactamente igual que tú, del espectáculo, demostración o película.


En la cultura se ha configurado, como uso, un ámbito de civismo que facilita enormemente el cumplimiento de las normas para prevenir contagios.


Por otra parte, el público que asiste a eventos culturales suele mostrar una mayor sensibilidad hacia la cultura en general, y hacia la necesidad de que las artes que requieren de público puedan sobrevivir a una situación como ésta.

Quizás éstas sean las razones principales por las que el público que asiste a eventos culturales respeta con mayor pulcritud las normas que se establecen en esos acontecimientos.

También las organizaciones productoras han sido especialmente responsables a la hora de implementar protocolos y a la hora de facilitar con medidas y con recursos que se cumplan las normas: señalización de distanciamiento, puesta a disposición de soluciones desinfectantes, desinfección de localidades…


El resultado está siendo evidente: los espacios de cultura son, posiblemente con muy pocas o con ninguna excepción, espacios absolutamente seguros. Y, desde luego, no más peligrosos que otros que todos los días aglomeran a muchos miles (o decenas de miles) personas, como el metro y otros transportes públicos.


No están siendo las aglomeraciones las que producen contagios, sino cómo nos comportamos en ellas. Ni tampoco los eventos culturales, sino los eventos familiares, donde nos olvidamos de cumplir las recomendaciones.

 

Las medidas tomadas por la Administración Pública han disminuido la confianza de los públicos hacia los eventos culturales, que se han visto estigmatizados. ¿Cuál crees que es la clave para recuperar esa confianza?

En general, las Administraciones Públicas han mostrado muy poca sensibilidad hacia el hecho cultural y no han sabido leer su importancia, tanto a nivel social como económico (en términos de producto interior bruto y de empleo). Por cada artista que interpreta un papel o canta una canción, existen decenas de profesionales que lo hacen posible. Es evidente que los países ricos no son más cultos por ser más ricos, sino que son más ricos por ser más cultos.


En España se ha optado, por ejemplo, por tener la mejor liga de fútbol del mundo, en detrimento de otras políticas de calado mucho más hondo y que redistribuyen mejor la riqueza, como un ecosistema cultural fortalecido.


Las consecuencias las estamos viendo: al país se le saltan las costuras, entre otras cosas, porque le faltan elementos culturales esenciales, como la cultura de la prevención, de la anticipación y la que proporciona el conocimiento.

Preferimos la telebasura a los documentales, las operadoras venden fútbol como reclamo en lugar de cine… Esto es lo que queremos como sociedad y eso es lo que nos dan las Administraciones Públicas. Estas afirmaciones son de trazo grueso, sí, pero resumen bien nuestro estado cultural.

Ante una situación tan extrema como la que vivimos, debemos responder desde el conocimiento y la ciencia, no desde el miedo y la ignorancia. Y estos elementos son los que han guiado, en general, las acciones de las administraciones hacia la actividad cultural.


Han actuado, en muchos casos, sin entender cómo se estructura la actividad cultural, ni cuál es su importancia ni, desde luego, cuáles son los peligros reales que puede acarrear esa actividad, y cuáles no.


Es ya una evidencia que se han venido haciendo festivales de todo tipo a lo largo y ancho de toda España y no se ha reportado ni un solo contagio. La confianza posiblemente se recuperará insistiendo, desde el sector cultural, en la calidad, en el buen hacer y en el cuidado que se ha tenido siempre, y más ahora, en garantizar la seguridad del público.

 

¿Crees que a los eventos culturales se les están exigiendo más medidas que a otros sectores?

No creo que en el sector cultural se estén aplicando normas diferentes a los demás sectores. Lo que creo que está sucediendo es que en el sector cultural se están aplicando las medidas de un modo desproporcionado. Mientras en otros sectores se están aplicando las medidas ponderando los intereses, derechos y obligaciones en juego, y atendiendo a sus necesidades, en el caso del sector cultural se ha optado por cerrarlo o reducir drásticamente su actividad, sin atender a ningún criterio verdaderamente bien fundamentado.


Si el metro, que todos los días transporta cientos de miles de personas apiñadas en un espacio cerrado, no es un riesgo, por qué ha de ser más peligroso un concierto, o un cine, si se cumplen correctamente las medidas de prevención.


Básicamente parece cierto que la transmisión comunitaria se puede producir con mayor probabilidad en los eventos masivos, y esto es algo que hay que tomarse muy en serio. Pero tomárselo muy en serio no es tener miedo; y no es reaccionar al miedo con soluciones drásticas, no debidamente ponderadas, sino evaluar correctamente los riesgos y todos los intereses en juego, y aplicar las medidas correctas y de modo proporcionado.

 

¿Cómo se protege a los trabajadores y al público?

Fundamentalmente, cumpliendo la legislación que ya estaba vigente antes de la pandemia. Existían muchas normas técnicas que nos decían cómo se planifican los eventos para garantizar la seguridad del público y trabajadores. Son normas no sólo vigentes sino perfectamente útiles para planificar la seguridad en esta pandemia, con apenas algunos ajustes obligados por las circunstancias particulares derivadas de la transmisión de la enfermedad.

 

Dicen que en pocos meses hemos evolucionado 6 años tecnológicamente. ¿Puede la ley avanzar tan rápido? Por ejemplo, el teletrabajo: ¿a nivel jurídico estamos protegidos?

Las situaciones novedosas provocan cambios. Primero son cambios procedimentales, técnicos y/o tecnológicos. Después se consolidan costumbres, usos (que ya son Derecho) y más tarde viene la actividad de crear las leyes que regulen, de modo estable, derechos y deberes.

Como decía antes, esta situación ya ha obligado a una profusa producción normativa, pero quizá sea necesario, en el futuro, revisar esas normas o producir otras mejor adaptadas a la nueva situación.

A nivel jurídico, lo que nos protege es el Estado de Derecho: todo el entramado normativo que regula nuestra sociedad. El hecho de que no exista una norma para una situación concreta no quiere decir que estemos desprotegidos, aunque posiblemente dificulte el ejercicio y reclamación de algunos derechos.

 

Como productor, ¿cuál crees que es el futuro de la cultura respecto los eventos telemáticos e híbridos?

La verdad, no tengo ni idea. Ya se están produciendo eventos en línea y ya había experiencias previas a la pandemia en este sentido, también eventos híbridos (hace ya años que los conciertos de Gorillaz mezclan artistas virtuales con reales). Dependerá de la evolución de las necesidades del público y de las necesidades creativas de autores y artistas.

También recuerdo la película “Denise te llama” y lo premonitoria que fue respecto determinados comportamientos relacionados con el uso del teléfono que hoy, en muchos casos, ya damos por normales, y que han cambiado la forma de relacionarnos.

Lo que sí puedo decir es que ya hay empresas posicionándose para ofrecer todo tipo de encuentros virtuales: festivales, conciertos, ferias comerciales… Veremos cómo evolucionan y cómo se adaptan los formatos, aunque la experiencia de “aglomeración” tiene unos importantes efectos psico-sociales beneficiosos que quizá no podamos o debamos perder del todo.

 

Tienes una larga experiencia como consultor y productor de eventos culturales. Según tu experiencia, ¿cuál es o debe ser el papel de una entidad como Catalunya Film Festivals, que cohesiona la diversidad de una cincuentena de festivales?

Mi opinión particular es que una asociación de este tipo debe fomentar e impulsar la profesionalización del sector al que representa.

Es un hecho demostrado que las asociaciones que proveen mejores servicios técnicos y que hacen un buen trabajo en pro de la profesionalización logran, también, convertirse en un grupo de presión relevante y logran más recursos para sí y para sus asociados.

 

Dicen que donde hay un problema puede haber una oportunidad. ¿Qué tenemos que aprender de esta crisis?

Espero que aprendamos que somos muy poca cosa y muy frágiles, como personas, como sociedad y como especie. Que la Naturaleza, como sistema, va a seguir su camino con nosotros, sin nosotros o a costa de nosotros. Y que el planeta seguirá dando vuelta millones de años después de que ni siquiera haya nadie para recordarnos.


Aprendamos, pues, a facilitarnos la vida en el breve lapso de tiempo que pasamos en este planeta sin necesidad de complicársela a los que vengan detrás.


Fotografía: ©xurxolobato40