¿Cuál es el precio de la cultura?

El pasado jueves 15 de octubre asistimos a la mesa redonda que llevaba por nombre “El precio de la cultura” sobre el valor de la cultura y la cultura libre. La actividad fue organizada por el Festival de Sitges y PROA, dentro de una de sus jornadas profesionales de  Industry Hub y Catalan Films&TV. Participaron cuatro profesionales del sector cultural: Miquel Curanta, director del Instituto Catalán de las Empresas Culturales (ICEC), Raimon Masllorens, presidente de PROA, Elena Subirà, del DocsBarcelona y Elena Neira, docente, asesora y articulista. El moderador de la jornada fue el productor David Matamoros.

Os dejamos una ampliación de los puntos más destacados de la mesa:

 

  • El precio de la cultura: ¿justo o injusto?

Las personas participantes coincidieron al afirmar que el precio de la cultura tenía que ser elevado pero también abrieron debate en relación a si hoy en día el precio de la cultura era el correcto, si era justo con el valor que le otorgaba el mercado.

Se coincidió en la hora de afirmar que el valor es subjetivo y se debatió sobre lo que el público está dispuesto a pagar y el precio de mercado. También se apuntó que se tenía que tener en cuenta el creador y el hecho de que el mismo mercado necesita regulación y, sobre todo, ayudas estatales.


Elena Subirà:

“La correlación entre el coste de la cultura y el que el mercado está dispuesto a pagar está absolutamente desproporcionada en cualquier ámbito.”


 

  • Más branding, más recorrido

Cuando hablamos de cultura no solo hablamos de cine o de festivales, también hablamos de música o de las plataformas y de todas sus ramificaciones. Efectivamente, todos los participantes de la mesa coincidieron en que el branding es el elemento que da más visibilidad a la cultura y que un producto en el mercado tiene un recorrido proporcional al marketing que se le hace. Pero en este punto entran a debate otros aspectos muy influyentes como es el caso de la globalización y de la homogeneización de la cultura.


Elena Subirà:

“La cultura (…) es el resultado del pensamiento de una sociedad que estimula todas las otras áreas. El branding es importante para poner en valor la cultura, para que la sociedad vea que merece la pena.”


HBO o Netflix son ejemplos de un cine que se globaliza, que hace que el precio de la cultura sea más bajo. Una de las preguntas a debate fue cómo tenían que competir los festivales y productores de cine menos comerciales ante estos gigantes de la industria. Quien consume contenido cinematográfico en estas grandes plataformas solamente ve una pequeña muestra de contenido, “un espejo de sus preferencias”, donde la percepción de valor es reducida. Es en este punto donde se destaca el cine independiente, fuera del ámbito comercial.


Miquel Curanta:

“Tenemos que intentar que nuestras propuestas sean lo más ambiciosas posible, dar singularidad a la cultura propia (…). Cojamos nuestras referencias y démosles una respuesta global. Se ha abierto una rendija que se convierte en una oportunidad.”


 

  • El videojuego: la cultura de la nueva generación

Es una realidad reconocer que las nuevas generaciones consumen un tipo de cultura muy concreta: los videojuegos. Así pues, ¿cómo se puede competir en este sector y, es más, cómo se puede transmitir que hay más cultura más allá de los videojuegos?

Entre varias observaciones, se comentó que es importante tener en cuenta la necesidad de ser más agresivos con el marketing dentro del sector de los festivales de cine, un aspecto que está trabajando muy bien en la cultura del videojuego. También se tiene que reconocer que los videojuegos tienen especialmente la capacidad de generar comunidad, por eso tienen tanto éxito, y que en el cine no es posible crear este sentimiento porque se encuentra demasiado fragmentado.


Elena Neira:

“Cualquier marca tiene como estrategia trabajar para crear una comunidad que funcione como polinizadora.”


La singularidad del trabajo y la creación de los nuevos lenguajes aportan un valor del cual se tienen que aprovechar las productoras locales, que apuestan por un cine no tan comercial. Es cierto que hay películas hechas especialmente por su comercialidad, pero hay otros productos con componentes más culturales que necesitan tener más inversión pública.


Raimon Masllorens:

“Interesa más un videojuego que un festival de cine pero ahora se abre una oportunidad. Por ejemplo, es el caso de El Hoyo, película que se ha situado número 1 en las plataformas, y esto antes hubiera sido imposible.”