Fotografía de Gerardo Diego García
El D’A Film Festival llega a su doceava edición, como es habitual con una programación muy equilibrada que combina los nombres del mejor cine independiente internacional con la apuesta por los nuevos talentos y que este año además se inaugura con una de las películas del momento: Alcarràs, de Carla Simón. En estos doce años de historia ha perdido el “de autor” del título y ha sobrevivido a la prueba de fuego de ser los primeros en enfrentarse a la pandemia. Hablamos con su director, Carlos R. Ríos, que nos da las claves de su éxito, alguna recomendación y nos contagia su entusiasmo.
¿Cuántos años llevas programando? Antes del D’A habías codirigido el BAFF, y antes programabas cine en el Apolo…
Pues ya son más de 25 años. En 1994 comenzamos con una asociación que se llamaba 100.000 retinas, programábamos el Cine Ambigú, que se tenía que haber hecho en la Sala Cibeles, pero que se acabó haciendo durante ocho años en el Apolo. Después, al cabo de un par de años, comenzamos con la Muestra de cine asiático que se acabaría convirtiendo en el BAFF del que llegamos a hacer hasta trece ediciones.
¿Ha cambiado mucho desde entonces programar cine en una ciudad como Barcelona?
Se ha complicado mucho todo. El formato de proyección en 35mm permitía que fueran más difíciles las proyecciones fuera de determinadas salas. Lo que ha cambiado ahora es que hay mucha más diversidad de festivales, la tecnología ha permitido que partamos mucho más y segmentemos los festivales y la oferta. Ya veremos hasta dónde llega, ahora lo veremos, en tres meses nos podemos encontrar con muchísima oferta. Es mucho más fácil programar y comunicar, pero con la responsabilidad de que es más difícil destacar. Ha cambiado el panorama muchísimo.
¿Qué esperáis de la edición de este año?
Nuestra preocupación no es tanto cómo ha quedado el festival, que pensamos que hemos conseguido una gran programación, muy equilibrada con grandes nombres y demás, si no cómo nos afectará el cambio de hábitos del público postpandemia. Lo que ahora se habla seriamente también con el teatro y de lo que nosotros llevamos tiempo hablando, un cambio de uso, gente que ha perdido el hábito de ir a una sala. Nuestra preocupación va por aquí. Tienes los nombres, los espacios, haces la apuesta del 100 % de presencialidad, con el esfuerzo de traer más de 40 equipos de películas. Pensamos que el festival es compartir con el público, un evento… pero ya veremos.
¿Cuáles son los límites de crecimiento del D’A? Tenéis una programación muy cuidada, ¿hacia dónde irán los siguientes pasos?
El crecimiento del festival no es tanto en número de películas, ahora estamos en ochenta y pico, hemos reducido el número, en ediciones hemos llegado a tener cien largometrajes. Hoy en día no es posible ampliar esta oferta, si no que el crecimiento está en todo lo que las rodea. El esfuerzo más grande es cómo comunicar mejor, cómo tener la mejor programación posible, más invitados… No podemos competir en presupuesto con los grandes festivales. Vamos a apostar por la parte de la industria, con el D’A LAB como ejemplo, más que crecer en sesiones.
Y sobre todo por dar visibilidad al nuevo talento con secciones como Un impulso colectivo y Talents, la primera sección competitiva que creamos, con directores y directoras internacionales con primera o segunda obra y donde podía entrar un director/a española.
Yo creo que Un impulso colectivo fue uno de los grandes aciertos del D’A Film Festival, queríamos desmontar la parcelación de cine español, cine catalán o cine valenciano… buscando una definición que no pudiera herir la sensibilidad de nadie, tampoco de los que financian el festival. Y lo conseguimos bastante bien, y además con un nombre que al principio te rompe un poco la cabeza, “¿qué quiere decir Un impulso colectivo?”, pero nosotros pensamos que fue un gran acierto. Ahora también tiene premio esta sección, 5000 €, y ha crecido con el nacimiento de Un impulso colectivo cortometrajes. No queríamos programar cortos por respeto a los compañeros de otros festivales, pero fue algo orgánico, no una decisión nuestra, fue por petición popular, los propios directores nos decían que era muy raro que no hubieran cortos en el festival.
Tenemos que preguntar sí o sí por la edición de 2020, la pandémica. Os tuvisteis que reinventar deprisa y corriendo y os salió muy bien, ¿no?
El D’A, como ya sabéis, fue uno de los primeros festivales a los que le tocó la pandemia y el encierro. La de la pandemia fue la mejor campaña de publicidad hecha en este país a nivel de cine. Nosotros no podríamos haber hecho nunca una campaña tan brutal como aquella, fue como meterse en las casa de casi todo el mundo. Estamos hablando de 350.000 visionados. Estábamos encerrados en casa, todo el mundo había consumido ya todo lo que tenían sus plataformas y de golpe viene un festival con novedades.
Con el híbrido estuvo bien, los visionados fueron importantes. Con este formato ganas espectadores por un lado, pero también pierdes otros, como el público de Barcelona, que parece que está más cómodo en casa que saliendo. ¿De qué manera hemos participado en educarnos ahora en una comodidad inmensamente grande, en ese no salir de casa, en ese la cultura la veo, la consumo y la busco cuando quiero, en el momento que quiero, cómodamente en mi casa y casi sin precio?. Por eso la responsabilidad de analizar muy bien qué estamos haciendo cada uno. Es una responsabilidad con la ciudad, con el país, fomentar la vuelta a las salas de cine. Y que quede claro que estamos totalmente a favor de las plataformas. Al final hablamos de cine como si todo el mundo viviera en las grandes ciudades como Barcelona, pero no es así, si eres cinéfilo de fuera de aquí, o tienes plataforma o no hay ninguna otra manera de ver este tipo de cine.
El 2020 se tuvo que hacer totalmente online, y ya el año siguiente apostamos por el híbrido. Yo ya dije que eran tres años de análisis y ahora este año nos avanzamos en hacer algo que ya veremos cómo saldrá, que es una sección exclusivamente en Filmin, no seguir con el híbrido, porque no nos parece responsable para nuestro festival, ni para otros festivales. Si todo el mundo puede ver las películas online entonces que haya un festival muy grande y ya no hace falta que haya festivales pequeños. Por eso apostamos en esta edición por Filmin Emergents, con primeras o segundas obras. Ha costado mucho programar porque la gente quiere presencialidad. Si propones sólo online es más difícil de aceptar que la combinación de sala y plataforma, aunque incluso haya premio, ha costado. Ya veremos cómo evoluciona, era una apuesta personal, lo hablamos con Filmin, nosotros estamos avanzándonos y a ver cómo sale. Lo analizaremos después.
Siempre habéis seleccionado con mucho acierto vuestra programación, donde tienen cabida muchos géneros cinematográficos, pero ¿os ha quedado alguna cosa fuera?, ¿un título o cineasta que os habría gustado programar pero que rompiera totalmente la línea? ¿un guilty pleasure?
Todo el mundo nos suele preguntar por qué sacamos el “d’autor” del título, pensamos en dejar festival internacional de cine, mucho más abierto en la autoría, más independiente y global como siempre con grandes nombres con importancia a nivel mundial. Pero algunas veces hay películas que están en el festival porque nos da la gana, como cuando programamos Como la espuma, de Roberto Pérez Toledo, una comedia que se alejaba de nuestra línea. La verdad es que nos hemos tirado atrás pocas veces. Nos gusta hacer pequeñas incursiones con películas que estallen un poco la estructura a la que hemos acostumbrado al D’A.
¿Un guilty pleasure? Pues quizás una película que no cuadraría con el estilo del D’A, After Yang, dirigida por Kogonada, con un actor famoso de Hollywood como protagonista y además de ciencia ficción. Es uno de los directores de una serie que lo está petando muy fuerte ahora, Pachinko, en Apple TV+.
Y llegamos al capítulo de las recomendaciones de esta edición. El TOP 10 de su director que se ha convertido en una de las marcas de la casa y que todo el mundo espera con expectación.
Ya las he hecho. Yo no recomiendo nunca las evidentes, la de Bruno Dumont es la de Bruno Dumont, no hace falta recomendarla. Pues sorprendentemente este año tenemos cine del Este, y cuando digo del este me refiero a Rusia y Ucrania. Tenemos una película ucraniana que sorprenderá, está producida en Rusia, es Petrov’s Flu. Cuando todo el mundo empezó a hacer boicot y anular en sus programaciones, yo di un golpe sobre la mesa y dije, “¡Eh, ojo, no empecemos!”, vamos a mirar quién es el director, quién ha producido la película, cuál es su historia… evidentemente su director, Kirill Serebrennikov, no es proruso, de hecho no pudo presentar una de sus películas en Cannes porque estaba bajo arresto y ahora ha abandonado el país, pero aparte de eso es una película de esas que te estalla la cabeza. Continúa siendo de aquel cine ruso que dices, “yo no sé cómo lo hacen, pero a todo le meten vodka, todo lo explican borrachos permanentemente”, y sobre todo con mucha violencia.
El regreso de Lluís Galter con Aftersun, es una de las películas que me ha sorprendido muy gratamente.
Y hay dos películas de corte más de ciencia-ficción, en realidad son tres: Tiempos futuros, de Víctor Manuel Checa; Mar infinito, de Carlos Amaral; y Zeria, de Harry Cleven. Todas de corte fantástico, distopías y futuros cercanos que me gustan mucho y también están en mis recomendaciones.
Del 28 de abril al 8 de mayo, el D’A Film Festival toma la ciudad de Barcelona con lo mejor del cine independiente con especial atención a la obra de los nuevos cineastas.
Consulta toda la programación en https://dafilmfestival.com/